Autoaceptación.
Para
muchos, la conciencia es una cuestión de suma importancia, más aún la
autoconciencia.
Podemos
decir que la conciencia de quién somos, nos puede llevar a dos escenarios: la
autonegación o autoaceptación.
Este punto está
estrechamente vinculado con la confianza, vista en dos vertientes, no de menor
importancia: la autoconfianza y la confianza a otros. Por hoy, nos limitaremos
a invitarte a reflexionar en la primera, estrechamente vinculada con lo
mencionado en los párrafos anteriores.
Es hora de
detenerte un minuto para reflexionar, ¿Sabes quién eres? ¿Quién o qué determina
quién eres? ¿Sabes cuáles son tus fortalezas y tus áreas de oportunidad? Aún
más, ¿qué o quién determina lo que eres?
Hace dos
semanas platicamos que las palabras tienen el poder para dar vida o para dar
muerte. También hemos platicado que somos el cúmulo de experiencias, y la
mayoría vivida en nuestra infancia.
Podemos
afirmar que, aún de manera inconsciente, tenemos sentimientos y pensamientos
arraigados. El día de hoy podemos afirmar que somos el reflejo de lo que
nuestra familia hizo con nosotros en la infancia. Tenemos bellos recuerdos,
donde nos abrazaban o besaba, nos dieron amor, cobijo, techo. O, por el
contrario, carecimos completamente de alguno de esos aspectos, que nos
prometimos a nosotros mismos que no nos volvería a pasar.
Quizás,
decidimos que, si tuviéramos familia, no cometeríamos los mismos errores que
nuestros padres. Que seríamos mejores personas, que mostraríamos amor, que
pasaríamos más tiempo con nuestra pareja, con nuestros hijos. Quizás prometimos
que nosotros nunca nos divorciaríamos. Y, ¡sorpresa!, lo hicimos, faltamos a lo
que prometimos.
Muchas
veces ocurren cosas que no controlamos, pero en la mayoría de las veces depende
de lo que nosotros elegimos. Pueden nuestros padres advertirnos que una persona
no nos conviene, sin embargo, por nuestra inmadurez decidimos llevarles la
contraria u obedeciendo nuestro “corazón” hacemos lo que nosotros creemos es lo
mejor; y, nuevamente, ¡sorpresa!, erramos.
Algunas
veces creemos que nuestra forma de ver las cosas es la correcta, y que los
demás se equivocan, que no nos conocen y que nosotros no reaccionaremos ni nos
pasará lo que, a ellos, es decir, tenemos una mayor y mejor capacidad de
dominar lo que para otros es difícil, nosotros lo dominaremos. En pocas
palabras, tenemos una autoconfianza incorrecta. Un autoconocimiento errado.
No es que
sea malo el autoconocimiento y, menos, la autoconfianza. Lo malo es cuando
creemos estar ciertos y no escuchamos a los que nos rodean, pues, cada uno
puede darnos razones válidas de lo que puede ocurrir en tal o cual situación.
Por ello,
en este momento te invitamos a que te autoanalices, se sinceró contigo mismo,
contigo misma, de tal manera que seas capaz de discernir lo que eres capaz de
hacer, lo que podrías hacer y, lo que difícilmente harías. En otras palabras,
toma autoconocimiento de ti mismo (a), de tal forma que en esa sinceridad que
debe caracterizarte, seas capaz de reconocer lo que en verdad puedes y no
hacer.
Recuerda,
tus padres no fueron los mejores, en su mayoría porque nadie les enseñó a
serlos. En el mejor de los casos, ellos nos enseñaron valores con su vida.
Fueron ejemplos dignos de imitación. En otros casos fueron ausentes, y no
forzosamente que te hayan abandonado físicamente, pues, también cuenta la
ausencia emocional, estaban y vivían ensimismados, preocupados en lo que
habrían de llevar a casa, porque hubiera que comer, en fin, una variedad de
posibilidades como de personas.
No obstante
ello, nosotros tenemos la decisión en nuestras manos de ser mejores personas
cada día, de ser mejores ejemplos que ellos. Se nos ha dado la oportunidad de
arrastrar con nuestro ejemplo.
Por ello,
si el día de hoy aprendes a identificar tus fortalezas y tus áreas de
oportunidad, te aceptas por quién eres y eres consciente de lo que puedes
hacer, crecerá tu autoconfianza. Mejor aún, serás capaz de aceptarte y aceptar
a las demás personas, quienes, al igual que tú, cada día viven una lucha
diferente a la tuya.
Y si te
dijera que existe alguien que te ve como una persona bella, no por quién eres
hoy, sino por quien puedes llegar a ser. Quien te dice hoy: “Te amo, mi hijo
eres tú.” Y que está dispuesto a darte sabiduría, no la simple y mortal, sino
una que proviene de lo alto, de cuya “boca viene el conocimiento y la
inteligencia”.
Si existe
autoaceptación, autoconsciencia de quién eres y autoconfianza de lo que puedes
o no hacer.
¿Dirías que
es buena tu autoconfianza? ¿Esa autoconfianza te ha metido en problemas? ¿Haz
hecho cosas que creías no podrías? ¿Cuál es tu nivel de confianza en ti mismo?
Tengan una
bendecida semana.
FE.