Hoy queremos invitarte a
reflexionar sobre el hecho de que las personas quieren, al igual que tú, ser
aceptadas tal cual son.
Todos, en algunas ocasiones hemos
dicho que, “si yo estuviera en su posición, haría tal o cual cosa”, “si yo
fuera… haría esto o aquello”, “si a mí me hubiera pasado, hubiera hecho…”
Ahora bien, la aceptación es una
de las cuestiones más importantes que debemos desarrollar como individuos, en
principio hacia nosotros mismos y, después, hacia los demás.
En alguna de nuestras reflexiones
anteriores te hemos invitado a no prejuzgar a las personas y menos a sus
acciones, pues, las circunstancias que experimentaron muchas veces les
obligaron a tomar una decisión. Más importante, el cúmulo de experiencias que
tuvieron a lo largo de su vida influyó de manera significante en quienes son
ahora. Tal como ocurrió en tu propia vida.
Tenemos un compromiso con las
personas que conforman nuestro circulo afectivo. Un deber de cuidarnos y
procurarnos, por qué decirlo, de hacernos la convivencia más sencilla, hasta el
punto de no hacernos “vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos
unos a otros”. Pues, no debemos hacer con los demás lo que no queremos que nos
hagan. Sino procurarnos el bien.
La convivencia diaria de por sí
ya es complicada con el mundo entero, como para vivir en discordia con los que
amamos.
La aceptación no es algo sencillo
si partimos de que no toda la gente tiene el mismo sentir, la misma forma de
pensar, y qué decir de las experiencias adquiridas, “cada cabeza es un mundo”
he oído decir.
Muchas ocasiones, nuestros
vínculos afectivos empiezan con una simple percepción de lo bonito, pero dista
mucho de la realidad. Y es necesario, en muchos casos, condescender para
afianzar verdaderos lazos.
Normalmente nos cuesta mucho
trabajo. Pero, se requiere de verdadera sinceridad para valorar una relación, y
decidir si vale la pena esforzarnos en ello o perder más que nuestro orgullo
(en algunos casos son amistades, familia, matrimonio, etc.).
Y nos cuesta trabajo, porque
hemos aprendido que lo que no sirve se cambia. Entonces, si no se acopla a mi
forma de pensar y ser, por lo que necesita de mi “ayuda” para poder ser
perfecto y aceptado por mí.
Sin embargo, sólo observemos que,
las personas que intentan cambiar a otra siempre culminan frustradas al
descubrir que estaban erradas al pensar que eran lo suficientemente hábiles
para lograrlo.
La verdad es que nadie puede
ayudar a alguien que no quiere ser ayudado, o que no necesita ser modificado.
¿Qué nos hace pensar que: ¿si no es como yo, no es bueno?
Pero ojo, el aceptar a otros e
intentar entenderlos, no significa volvernos cómplices de lo incorrecto.
“Que alegría para los que nos
siguen el consejo de malos”, “ni se juntan con burlones”. No secundemos lo que
es incorrecto. Tratemos siempre de hacer lo correcto, de ser íntegros, pues,
“los justos caminan con integridad”.
La aceptación involucra más que
quedarme callado ante sus áreas de oportunidad, involucra muchas veces
confrontar lo malo de la otra persona y buscar redireccionar para afianzar
vínculos.
Así que, hoy te invitamos a no
sólo reflexionar si en verdad eres capaz de aceptar a las personas como son,
con sus virtudes y defectos; si las aceptas porque te son útiles; si la
aceptación de tus “amigos” es porque en verdad les estimas o sólo porque no te
queda “de otra” o, peor aún, porque te conviene.
Es importante saber y, sobre
todo, tener personas que nos aceptan como somos y a quienes aceptamos como son.
Las verdaderas relaciones se basan en la aceptación genuina.
Siempre será mejor vivir “en
armonía los unos con los otros;” compartiendo “penas y alegrías”, practicando
la fraternidad y siendo “compasivos y humildes.”
Tengan una bendecida semana.
FE.